En días como hoy la verdad es que
tienen poca importancia las cosas que pueda contaros, la dura realidad nos
golpea una vez más con una tragedia como la ocurrida ayer y la verdad es que te
deja sin palabras, las tragedias no por estar lejos de allí duelen menos, más
bien al contrario la impotencia y la agonía se hacen más duras sin poder hacer
nada más que pensar en el sufrimiento de las víctimas y de sus familias, desde
aquí vaya de antemano para todos ellos mis más sinceras condolencias.
Intentando poner el orden las
notas del viaje que os estoy relatando estos días llegamos hoy al ecuador del
viaje y la vuelta del paraíso, aunque suene raro así lo fue para mí el paso por
el desierto, un viaje físico y emocional en búsqueda de respuestas que se
resolvieron con más preguntas, de experiencias
que hicieron que me quedase con ganas de vivir y ver muchas más cosas,
de un viaje especial e irrepetible, nunca más volveré a pasar mi primera noche
en el desierto, volveré seguro porque soy muy terco y cuando me propongo algo…
a veces, cuando me dejan, termino consiguiéndolo.
Vista del viaje de vuelta en camello a la llegada a Merzouga. |
Aquel martes, 19 de junio de
2012, volví a despertarme sin sonido de llamadas a la oración, nuestro guía
vino puntual a las 5.30 de la mañana para comunicarnos que en cinco minutos
estábamos otra vez en ruta, esta vez de vuelta. La noche había sido
espectacular, cenamos a la luz de una vela el tajín de pollo y verduras que nos
habían preparado nuestros anfitriones y una vez terminada la cena no pude
resistirme a la tentación de tirarme en el suelo bocarriba y contemplar, como
niño el día de reyes con sus regalos, aquel espectáculo tan fascinante que
ofrecía el cielo en aquel punto. La nitidez con la que se veían las estrellas
era asombrosa, yo, aferrado a mis conocimientos previos del desierto, pensaba
que la temperatura por la noche descendería vertiginosamente hasta llegar a
temperaturas que hicieran que pasásemos frío, pero para mi sorpresa, otra vez,
una temperatura agradabilísima invitaba a relajarse y disfrutar de aquel
momento sin más preocupaciones que la de no perder la cuenta de estrellas
fugaces que se podían observar.
Después de tantos kilómetros,
después del “agradable” paseo en camello, después de todo lo que había soñado
con aquel momento, cuando llegó la hora de dormir no se me pasó por la cabeza
la idea de meterme en una tienda a dormir pudiendo descansar bajo aquel cielo
tan limpio de contaminación lumínica y tan particularmente próximo, es uno de
los mayores placeres que uno puede disfrutar, tumbarse con una manta en la fina
arena del desierto y quedarse dormido con aquel sueño hecho realidad.
Uno de los ksar que nos encontramos en el camino de vuelta a Marrakech. |
Cuando estábamos ya todos
levantados y organizados para volver, llegó el primer momento fatídico del día:
volver a subirme al camello. Mi anatomía, aún resentida por el trayecto de ida
del día anterior, se desahogó y soltó alguna que otra lagrimilla, esto no lo
volveré a repetir si no es en presencia de mi abogado, al volver a sentarse a
horcajadas a lomos del camello, mis glúteos aún recordaban el dolor del camino
anterior. La cosa parecía que se soportaba hasta que la ruta comenzó a ser un
poco más larga de lo normal, en este caso, y parafraseando el cuento de la
cebra Camila, el viento bandido movió las arenas del camino, haciendo que el
camino del día anterior quedase totalmente borrado y haciéndonos pasar
auténticos malos ratos surcando las dunas en nuestra particular caravana.
Finalmente, con un poco más de retraso del esperado, llegamos de nuevo a Merzouga, donde nuestro chófer, bien
descansado y preparado, nos esperaba para salir inmediatamente después de
desayunar.
El camino de vuelta en furgoneta
fue bastante tedioso, muchas horas desde Merzouga
hasta Marrakech prácticamente sin
paradas, tan sólo para comer en Ouarzazate.
Además a eso había que añadirle los “extras” del pack de aventura, que no
eran otros que llevar el cuerpo dolorido de los paseos en camellos y volver sin
haber podido darte una ducha reparadora post-noche en el desierto, uno de los
camellos apiadándose de mí por mi falta de higiene tuvo a bien darme un “intenso”
lametazo en la pierna que hizo que la sensación de suciedad y la necesidad de
una buena ducha aumentaran más aún si cabe.
Un par de zumos royal (fresa, naranja, plátano y pasas) y una rghifa como recompensa. |
A media tarde llegábamos de
vuelta a Marrakech y poníamos punto y
final a aquella etapa del viaje, nos despedíamos de nuestros compañeros de
aventura y, aunque parezca mentira, se me hacía un nudo en el estómago al
despedirme de aquella gente con la que había compartido mi sueño hecho realidad
de visitar el Sahara. Me hubiera
gustado poder mantener algún tipo de contacto con ellos después del viaje, pero
tal vez eso hubiese hecho que perdiese el encanto de la fugacidad y la
intensidad de lo vivido.
Tumbas saadíes. |
Una vez duchados y reparados del
viaje volvimos a salir a perdernos por las calles de la ciudad, paseando sin
destino alguno por los zocos que surgen, como ramas de los árboles, del corazón
de la ciudad, la plaza Djemaa L Fna. En
uno de los múltiples establecimientos donde sirven zumos, exquisitos y de todo
tipo, aprovechamos para reponer fuerzas para poder continuar con nuestro viaje
a ninguna parte por los callejones marraquechíes.
Artesano ceramistas reconstruyendo un mosaico. |
A la mañana siguiente, esta vez
sí con el sonido de la llamada a la oración, nos despertamos para hacer unas
últimas visitas por la ciudad: tumbas saadíes, los zocos, el mellah…
podríamos habernos quedado la semana entera allí, pero a mediodía salía nuestro
siguiente transporte hacia nuestro siguiente destino, esta vez… mejor lo
dejamos para mañana.
Atrás quedaban Marrakech, Merzouga, el Sahara... seguíamos en camino. |
Con el recuerdo de todas las
personas que han fallecido y de los muchos heridos que ha dejado tras de sí la
tragedia del descarrilamiento del tren, me despido de vosotros con un fuerte
abrazo, deseando de todo corazón que SEAIS MUY FELICES!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario