martes, 3 de abril de 2012

Semana Santa

Aunque os pueda parecer mentira esta Semana Santa será la primera que pase por completo fuera de mi casa, la primera en la que no estaré en ningún momento de la semana en mi ciudad, en mi parroquia, con mi hermandad, ha sido la primera vez en dieciseis años que he faltado a la procesión en la que he estado saliendo todos los años desde que me hice costalero, y, sinceramente, ayer me acordé mucho de ellos, sufrí con ellos desde la distancia por la situación climatológica y por el esfuerzo de mucha gente que trabaja durante mucho tiempo para que todo salga bien ese día.
A pesar de la distancia sufrí como el que más por las condiciones en las que saldría la procesión.

Sin embargo hoy me gustaría compartir con vosotros otra sensación que, desde hace unos años que empecé a venir a pasar el triduo pascual a Tánger, me asalta todas las semanas santas y es la necesidad de profundizar durante estos días en mi manera de vivir y entender la fe. Y es que aquí se dan algunas circunstancias que invitan a ello, al recogimiento, a la reflexión personal y comunitaria, a vivir durante unos días una semana de pasión que, al contrario de lo que sucede en otros lugares, está orientada hacia el interior, desde el momento en que uno aquí en Marruecos no puede hacer una exhibición pública de sus creencias, bajo pena de proselitismo, castigada con la expulsión del país.

Por tanto son días en los que todo va de puertas para dentro, desde las celebraciones religiosas, en las que bajo ningún concepto se puede salir del templo para hacer manifestación pública alguna, hasta la vida comunitaria, en la que todo cambia y se adquiere otro ritmo de trabajo y de vida con la intención de facilitar durante estos días el trabajo personal de oración y reflexión personal, personalmente a mí me va a venir genial para hacer un "examen" de cómo me van las cosas, de si estoy haciendo lo que quiero, de si estoy queriendo lo que hago, del rumbo que llevo y de sus posibles cambios de orientaciones... en definitiva, para tener unos momentos más relajados en los que analizar, desde la perspectiva de la fe, el cómo, el qué y el por qué de toda esta experiencia.
Serán días en los que analizar, desde la fe, el qué, el cómo y el por qué de mi experiencia.
Hasta este año todas las semanas santas que he pasado en Tánger han supuesto un apoyo en mi camino sobre el que sostenerse para seguir adelante en los momentos en los que pueden flaquear las fuerzas, han sido la fuente de agua fresca en la que apagar la sed cuando uno camina por medio del desierto, el alimento necesario con el que recuperarse de los esfuerzos que pueden venir del desgaste de la rutina diaria. Además tiene el añadido de que son días en los que se comparte la vida, la fe y el trabajo con gente que también va buscando lo mismo, salvando las distancias pudiera parecer una caravana de antiguos comerciantes que se reunen en un oasis en mitad del desierto a calmar su sed y compartir sus experiencias, formando de una manera instintiva una comunidad en la que disfrutar y enriquecerse con los distintos puntos de vista de sus miembros.
Pudiera parecer un oasis en el que descansar en medio del desierto, de la rutina diaria.
Espero que la semana vaya abriéndose paso, poco a poco, haciéndome descubrir como cada año la suerte que tengo por poder vivir de una manera tan intensa la importancia que, para todo aquel que se diga cristiano, tienen estos días. Estoy convencido que va a ser una semana diferente, una Semana Santa en la que, desde la minoría que suponen los cristianos en Tánger, vivir de una manera más sentida los días en los que celebramos la pasión y muerte de Jesús y la alegría de su resurrección.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED FELICES!!

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