miércoles, 29 de febrero de 2012

Lo inesperado

Con el ruido de las risas y las voces de fondo empiezo hoy a relataros uno de los problemas con el que los responsables del proyecto del Hogar Padre Lerchundi y, también, los niños y sus familias se han encontrado en los últimos días, que no es otro que el cambio de los horarios en la escuela.

Alguno se llevaría las manos a la cabeza si a mitad del curso escolar le cambiasen los horarios, ciertamente aquí está pasando eso estos días. En la escuela a la que asisten los niños del Hogar han cambiado el sistema de horarios que venía rigiendo desde principio de curso por otro que, imagino, considerarán mejor. Hasta ahora los chicos del centro, de manera alternativa según los cursos, acudían al colegio en dos turnos: uno de ocho de la mañana a doce y cuarto y otro desde la una del mediodía hasta las cinco y media de la tarde.

Pues bien desde principios de la semana pasada ese horario ha cambiado, los motivos por los que lo ha hecho los desconozco por completo, supongo que la finalización de las obras que se estaban llevando a cabo en el centro educativo habrá tenido mucho que ver en la decisión tomada. El horario actual es un auténtico caos pues hay varios días en los que entran desde por la mañana temprano hasta las doce y media y otros días que están toda la mañana yendo y viniendo a la escuela, con lo que hay tres días a la semana que los niños salen del centro a las dos y media y otros tres días que los niños salen a la misma hora a la que lo venían haciendo habitualmente.

A nivel prático el cambio de horarios ha supuesto un desbarajuste en el horario de actividades que había diseñado, algunas de las actividades que se venían realizando han tenido que dejar paso al repaso escolar, que por suerte o por desgracia no pueden perder. Está siendo un período complicado de adaptación pues el horario es un poco fastidioso y está haciendo que se replanteen los momentos libres de que los chavales del centro disponen.

Con la esperanza de que todo se normalice y que todo vuelva a la normalidad lo antes posible me despido de vosotros con la promesa de que proximamente os comentaré algunos detalles curiosos sobre la educación marroquí.

Un fuerte abrazo a todos y ¡¡SED FELICES!!

lunes, 27 de febrero de 2012

Henna


Con la ilusión de un nuevo grupo de voluntarios recién llegado al Hogar me siento hoy delante de esta hoja en blanco con la intención de transmitiros esas historias y esos detalles que están dejando una marca en este libro en blanco que es el día a día en esta experiencia en la que estoy metido. Además la historia de la que quiero hablaros hoy tiene mucho que ver con esas marcas, con esas huellas que va dejando la experiencia, no sólo en mí si no en muchos de los que han pasado por esta casa.

Es bastante frecuente que algunos de los grupos de voluntarios que pasan a lo largo del año por esta casa se lleven como recuerdo de su estancia en Tánger un tatuaje de henna, una costumbre muy típica marroquí de pintarse las manos, los pies y otras partes del cuerpo con ese material que deja unas marcas en la piel que con el paso de los días se van diluyendo poco a poco, según la frecuencia con que uno se lave y dependiendo de la intensidad con que se haya impregnado la piel con el material en cuestión.
Polvo del que una vez mezclado con agua se obtiene la pasta con la que se hacen los tatuajes.

La materia prima consiste en una especie de polvo que mezclado con agua crea un barro que posteriormente aplicado con una jeringa y con muchísima maña y paciencia, pueden llegar a hacerse verdaderas obras de arte. Una vez aplicado hay que dejarlo secar durante unas horas para que la piel se impregne del tinte que el barro deja en la piel y que una vez retirado de la misma haga dejar marcado el tatuaje en cuestión que la persona que nos la haya puesto nos hubiera dibujado. En Marruecos las mujeres suelen tatuarse de henna para las ocasiones especiales, pero sobre todo en las bodas donde es uno de los rituales fijos en toda celebración nupcial.

Más allá del momento puramente estético, yo suelo pensar que esos tatuajes de henna, que los chavales se llevan hechos como recuerdo, son una manera muy gráfica de mostrar su intercambio cultural con la gente del país en el que han estado pasando su experiencia, con dos connotaciones bien distintas ya que por un lado es positivo ver el nivel de inculturización al que han llegado en tan sólo una semana y por otro lado está el tema del consumo de experiencias, es decir aquellos que consideran que su experiencia no está completa si no han podido tatuarse y que han decidido tatuarse por el mero hecho de vanagloriarse de su viaje misionero, que no experiencia.
Hechos por manos artesanas los tatuajes son verdaderas obras de arte, efímeras pero bellísimas.

Yo personalmente me he tatuado alguna que otra vez con henna, con las consiguientes sonrisitas de los policías de la Aduana al día siguiente, pues el tatuaje con henna suele ser una costumbre exclusiva de las mujeres, pero no han sido tatuajes de esos para fardar, más bien han sido chorradas que me han parecido graciosas en el momento y que sin pensármelo mucho he decidido dejarme marcadas temporalmente en la piel, tonterías como “Soy una rumbera” o “Amor de madre” han estado tatuadas con este material alguna vez en mis brazos, básicamente porque me gusta reírme de mí mismo.

De dónde no se me ha borrado nunca el tatuaje ha sido del corazón, no sé si por la calidad del material con el que me tatué la primera vez que vine o porque cada día repaso las líneas que trazan ese nombre, esas seis letras por las que a día de hoy cada latido cobra sentido.

Un fuerte abrazo a todos y ¡¡SED FELICES!!

sábado, 25 de febrero de 2012

De despedidas y encuentros...


A todos aquellos que seguís el blog con cierta asiduidad os pido mil disculpas por haber estado esta semana un tanto intermitente, tal vez como el río que baña las aguas de mi pueblo, el Guadiana, he estado estos días apareciendo y desapareciendo de este espacio, entre otros motivos debido al tiempo que he dedicado a compartir mi experiencia con los voluntarios, que como os comenté el otro día, han venido esta semana desde tierras calabazonas a vivir una experiencia diferente al otro lado del Estrecho.

Hoy me gustaría compartir con vosotros las dos caras de una misma moneda porque hoy ha sido un día especial, ha sido un día de decir “hasta pronto”, con muchísima pena a esos chavales que durante esta semana han llenado de alegría y juventud esta casa tan grande y  fría cuando está vacía de voluntarios, y por otro lado ha sido un día de decir “hola” pues hoy ha venido un grupo especial de gente muy cercana a los que vivimos aquí en el Hogar Lerchundi, vienen a pasar unos días aprovechando la semana blanca escolar y que a buen seguro nos aportarán a todos los que les acogemos una semana llena de buenos momentos y de vida comunitaria. Además de todo eso hoy hemos recibido la visita de una persona que en su día estuvo aquí viviendo una experiencia similar a la mía, ha sido todo un placer poder departir con él y creo que hemos empatizado muy bien pues ambos hemos visto en el otro el reflejo de lo que vivimos y de lo que nos gustaría vivir.
En un barco como este han viajado hoy montones de ilusiones, recuerdos y experiencias en ambos sentidos.

Aprovechando la visita de esta persona hemos aprovechado la tarde para organizar una pequeña merienda con los antiguos alumnos del Centro de Día para recordar tiempos pasados y para charlar un rato tranquilo acerca del punto en el que sus vidas están actualmente, ha sido un verdadero placer reencontrarme con algunas de las niñas a las que conocí hace catorce años, han pasado de ser unas niñas que estaban todo el día demandando juegos y atenciones a ser unas mujeres jóvenes y con ganas de disfrutar la vida, a alguna aún se le nota esa edad del pavo en la que están con las típicas preocupaciones de los jóvenes de hoy en día, han venido todas muy bien vestidas, perfectamente maquilladas, pero sin perder esa mirada que tenían cuando eran niñas y jugaban en el patio del centro a la comba o a saltar la goma. Hablándolo con el chico que ha venido hoy ambos coincidíamos en la satisfacción tan enorme que a uno le da cuando ve a dónde han llegado aquellas niñas que fueron las pioneras en ser beneficiarias de este proyecto tan hermoso como es el del Hogar Padre Lerchundi.

Para ir terminando me gustaría tener unas palabras de recuerdo de esos jóvenes adolescentes que han pasado aquí esta semana, han sido días, como dije al principio, llenos de sonrisas, momentos de compartir en grupo y de trabajo, días en los que han podido conocer, de manera muy somera, la realidad de otras formas de vivir la vida, otra forma de alcanzar la felicidad, pues si de algo no me cabe la más mínima duda es de que por dónde quiera que han pasado han podido palpar la felicidad y la alegría de la gente con la que se han cruzado estos días en todos los lugares de trabajo a los que han acudido, sólo tengo una preocupación ahora que ya no están aquí, y no es otra que olviden, o dejen aparcado en un rincón del recuerdo, lo vivido y experimentado esta semana, no pido que la experiencia les deje la misma huella que nos ha dejado a otros que aún tenemos muy a flor de piel las sensaciones que nos produjo aquella primera experiencia, pero sí que me gustaría que eso que han aprendido esta semana les haga tomar una nueva consciencia de sus vidas y que empiecen a vivir y a disfrutar su vida siendo conscientes de la suerte que tienen y sabiendo aprovechar al máximo las oportunidades que, por haber nacido en la cara buena del mundo, se les presentarán a lo largo de sus vidas, que no hagan como con los suvenires que se han llevado, que probablemente terminen en una estantería o en una caja acumulando polvo con el paso del tiempo.

Preparando la recepción del próximo grupo grande de voluntarios que llegará mañana me despido de vosotros con la esperanza de que el cansancio y el sueño nocturno me dejen un ratito pequeño cada noche para poder trasladaros a este espacio aquellas cosas que voy teniendo la suerte de vivir y disfrutar.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED FELICES!!

viernes, 24 de febrero de 2012

Es tiempo de cambiar

Hola a todos y perdón por desaparecer un par de días del mapa, la verdad es que voy un poco justo de tiempo por las noches y no puedo ya robarles más horas al reloj del sueño. Podría compartir con vosotros hoy montones de momentos y de sensaciones que estos dos últimos días he tenido la suerte de vivir, podría detallaros con pelos y señales el testimonio que tuve la suerte de recibir ayer miércoles por la tarde en la casa de las Misioneras de la Caridad, pero sinceramente creo que es mucho mejor escucharlo en vivo y en directo, dejarse atrapar por la magia de las palabras que salen de la boca de esa monja cuya vocación es todo un ejemplo de que no siempre los más rectos son los que acaban entregando su vida a Dios, además de su impresionante presencia, tan marcada por su humilde hábito, la manera en la que la sister nos transmitió su experiencia personal fue tan sincera y a la vez tan sorprendente que a más de uno nos costó cerrar la boca después de oír lo que estábamos oyendo.

Pero lo que me gustaría compartir con todos vosotros hoy es la sensación que este tiempo de cuaresma recién estrenado me provoca. Para mí la cuaresma del año pasado fue un período muy importante ya que fue durante esas semanas durante las cuales tomé la decisión y la determinación de dar el paso y venirme a Tánger a vivir una experiencia de entrega y servicio a los demás en el seno de un proyecto de la Iglesia.

Esta cuaresma recién comenzada espero que, al igual que la pasada, sea un período de profunda conversión, un tiempo de ser capaz de liberarme de aquellas cosas que me atan y no me dejan ser completamente libre, como dice el título de la entrada, un tiempo de cambiar aquellas cosas que no están del todo bien en mi vida y ponerlas en orden. Además va a ser también especial por el hecho de vivirla en Tánger, en el seno de una comunidad cristiana en un país extranjero donde la religión mayoritaria no coincide con la mía, un hecho del que pienso que va a servirme para interiorizar más el significado religioso de este tiempo, para profundizar un poquito más en lo que este tiempo de cuaresma implica a todos los niveles de fe, de compromiso, de entrega, de actitud de servicio...

Espero que como dice la canción sea capaz de cambiar, que sea capaz de encontrar ese camino hacia la felicidad que le da a uno saberse libre de ataduras y limpio de faltas, que sea capaz de poner todo mi amor en todas aquellas cosas que haga, porque como dijo ayer la Sister:" Uno no puede amar a nadie si nunca se ha sentido amado".

Un fuerte abrazo y ¡¡SED FELICES!!

miércoles, 22 de febrero de 2012

Safi salina


Hoy, después de cuatro meses, parece que fue ayer cuando llegué, hemos terminado el curso de dariya, la verdad es que me ha servido para profundizar en el conocimiento de la lengua que habla la gente con la que estoy en contacto diariamente, con la riqueza que para mi experiencia ello ha supuesto, me ha abierto la posibilidad de profundizar mucho más en el trato personal con todos aquellos con los que me voy cruzando en el camino y con los que de una manera, más o menos, rudimentaria me voy haciendo entender y los voy entendiendo a ellos.
Hoy estoy un poquito más cerca de entender esta manera de escribir.

Y es que hay una peculiaridad muy especial con el dariya que hoy me gustaría trasladaros y ofreceros mi punto de vista al respecto. Esta peculiaridad le viene dada por el hecho de ser una lengua única y exclusivamente hablada, no hay escritos en el árabe dialectal marroquí, propiamente dicho, esto supone un problema bastante serio a la hora de poner en marcha los mecanismos necesarios para el desarrollo de una sociedad.

La sinrazón del problema la podemos encontrar en el hecho de que los niños estudian en el colegio una lengua diferente de la que ellos hablan, para especificarlo un poco más, los niños que acuden a la escuela reciben las explicaciones en una lengua que no es la que viene escrita en sus libros de texto, porque todos los libros de texto de las escuelas marroquíes están escritos en árabe clásico, el árabe que se habla en los territorios de la península arábiga, pero no el que se habla en Marruecos.

No sé si sois conscientes del problema pero para trasladarlo a nuestro terreno os voy a poner un ejemplo, es como si a día de hoy en España se dieran las clases en castellano y los libros siguieran siendo escritos en latín, la lengua “madre” de la que derivan otras lenguas como nuestro castellano, el francés y el italiano, entre otros. Imaginaros tener que estudiar todas las materias en una lengua que desconocieseis por completo, una lengua que a pesar de ser similar a la que utilizaseis para comunicaros verbalmente no fuera la lengua que utilizaseis para comunicaros en el día a día, pensadlo, un auténtico caos.
En la escuela no se lee el mismo idioma que se habla en la calle.

Esta noche después de terminar las clases y compartiendo un rato más distendido entre los compañeros de clase hablábamos de este tema y entre todos llegábamos a la conclusión de lo inverosímil de la situación, de lo complicado que resulta poner en marcha un despegue a todos los niveles de un país en el que la gente no habla el mismo idioma que lee. Y es que en Marruecos hay unos índices de analfabetismo muy escandalosos, principalmente por este motivo del que hoy os hablo la gente no habla la misma lengua que lee, probablemente influido por motivos políticos o religiosos está impuesta una lengua que no es dominada por la generalidad de la sociedad y que respaldada por esos poderes está instaurada y resulta prácticamente inamovible.

 Imagino que habrá gente trabajando en esos temas y que estarán intentando ponerle remedio a una situación tan escandalosamente grave, pues si Marruecos aspira a una mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos, una mejora a todos los niveles de la sociedad marroquí, y por ende del país en general, este remedio pasa por una unificación de la lengua, por una normalización de una situación tan sumamente “peculiar”.

Con la esperanza de que en no mucho tiempo empecemos de nuevo con el curso de dariya, nivel tres, me despido de vosotros agradeciendo mucho toda la paciencia que nuestro profesor ha tenido y con el deseo de que con aquellos que han sido mis compañeros volvamos a reunirnos y a seguir compartiendo el duro camino del aprendizaje de la lengua.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED FELICES!!

martes, 21 de febrero de 2012

Llegó


La historia que me gustaría compartir con vosotros comenzó tal día como hoy, 20 de febrero, hace justo un año, una historia de cómo por mucho que queramos que algo salga en un momento concreto al final termina saliendo en el momento que debería, que en el caso de la historia de hoy ha sido justo un año después de lo que tenía previsto y de lo que me hubiera gustado, aunque este hecho también ha tenido consecuencias muy positivas.

Y es que hoy hace justo un año que tenían lugar las movilizaciones populares más fuertes que se habían dado en Marruecos en los últimos años, al aliento de las movilizaciones populares que venían sucediéndose por aquellos meses en los países islámicos, que vendrían a desatar el movimiento posteriormente denominado la Primavera árabe, un numeroso grupo de ciudadanos marroquíes decidían salir a las calles y protestar contra un gobierno que consideraban que no tenían en cuenta muchas de las necesidades que el pueblo marroquí venía padeciendo, salían portando pancartas y gritando lemas a favor del aperturismo del gobierno y la defensa de algunas libertades restringidas que consideraban inalienables y por las que habían decidido que debían luchar hasta que les fuesen reconocidas de manera plena.
Comenzó como una protesta pacífica pero...

La protesta tuvo lugar el veinte de febrero del año pasado y lo que comenzó siendo una protesta pacífica, en la que familias enteras, desde los abuelos hasta los nietos, salieron a las calles a reclamar aquello que creían que debían defender de una manera cívica y pacífica, terminó derivando en una serie de disturbios urbanos que convirtieron algunos de los rincones del boulevard Pasteur en auténticos campos de batalla. Algunos exaltados, aprovecharon el ambiente que había para destrozar escaparates de varias tiendas, aprovechando la más mínima ocasión para entrar en aquellos establecimientos que habían sido asaltados con el objetivo de robar todo lo que pudieran, algunos de ellos fueron capturados después por esos hechos y encarcelados, más de uno aún sigue a día de hoy en prisión. La policía utilizó toda la fuerza de la que disponía para “apaciguar” los ánimos y las intenciones de esos energúmenos que con su actitud empañaron lo que había comenzado siendo una protesta ejemplar. Por supuesto que estos últimos, los exaltados, fueron los que se llevaron de calle todas las portadas de los periódicos internacionales, cabeceras de telediario, titulares de radio…
...terminó como una aunténtica batalla campal.

Después de ver cómo estaba el panorama los responsables de la que debería haber sido la experiencia misionera “Tánger 2011”, muy a su pesar de algunos de los que estábamos allí, decidimos que lo mejor era posponer la experiencia para otro momento más tranquilo, con la consiguiente desilusión para los participantes de la mencionada experiencia, entre los que me incluyo, en aquel momento no logré entender los motivos, hoy los tengo algo más claros.

Gracias a cerrar esa puerta el año pasado tuvimos la oportunidad de abrir otra, y es que decidimos que ya que no era posible venir a Tánger había que ofrecer un espacio a toda esa gente que habíamos estado formando a lo largo del curso, descubrimos un lugar diferente pero tan lleno de vida y con un ambiente tan fantástico como es la comunidad de Onuva, en un pueblecito muy próximo a Sevilla y donde en una finca en mitad de la naturaleza una comunidad religiosa, en la que tienen cabida todo tipo de personas, desde matrimonios a religiosos consagrados, se dedican a estar al servicio de aquellos que han sido más desfavorecidos por las circunstancias de la vida, gente que ha sido abandonada de una u otra manera a su suerte y que en ese entorno han encontrado un lugar en el que sentirse queridos y protegidos, un lugar que a día de hoy pueden llamar su hogar.
Todo un regalo descubrir este lugar en el que hay un proyecto digno de ser conocido.

Hoy después de un año, por fin hemos podido, mejor dicho han podido, comenzar con su experiencia de trabajo intenso los chavales del Claret de Don Benito, esta mañana sentado junto con el responsables de este grupo de chavales en el dispensario de las Hermanas Adoratrices pensaba qué grande es Dios, cómo justo un año después de habernos “quitado” aquella experiencia en la que habíamos estado tan volcados en su preparación nos ha regalado la posibilidad de vivirla en unas circunstancias completamente diferentes a las de entonces, quizá con otra madurez y otro punto de vista con respecto a la experiencia, quizá con un bagaje y un control de la situación que no teníamos hace un año.

Desde aquí con el recuerdo muy especial a aquellos que abrieron una senda nueva en Onuva y que no pudieron disfrutar de Tánger quiero compartir con vosotros estas sensaciones que hoy me han llevado a darme cuenta que las cosas son cuando tienen que ser, independientemente de las voluntades y deseos de quien tiene que hacerlas.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED MUY FELICES!!