sábado, 25 de febrero de 2012

De despedidas y encuentros...


A todos aquellos que seguís el blog con cierta asiduidad os pido mil disculpas por haber estado esta semana un tanto intermitente, tal vez como el río que baña las aguas de mi pueblo, el Guadiana, he estado estos días apareciendo y desapareciendo de este espacio, entre otros motivos debido al tiempo que he dedicado a compartir mi experiencia con los voluntarios, que como os comenté el otro día, han venido esta semana desde tierras calabazonas a vivir una experiencia diferente al otro lado del Estrecho.

Hoy me gustaría compartir con vosotros las dos caras de una misma moneda porque hoy ha sido un día especial, ha sido un día de decir “hasta pronto”, con muchísima pena a esos chavales que durante esta semana han llenado de alegría y juventud esta casa tan grande y  fría cuando está vacía de voluntarios, y por otro lado ha sido un día de decir “hola” pues hoy ha venido un grupo especial de gente muy cercana a los que vivimos aquí en el Hogar Lerchundi, vienen a pasar unos días aprovechando la semana blanca escolar y que a buen seguro nos aportarán a todos los que les acogemos una semana llena de buenos momentos y de vida comunitaria. Además de todo eso hoy hemos recibido la visita de una persona que en su día estuvo aquí viviendo una experiencia similar a la mía, ha sido todo un placer poder departir con él y creo que hemos empatizado muy bien pues ambos hemos visto en el otro el reflejo de lo que vivimos y de lo que nos gustaría vivir.
En un barco como este han viajado hoy montones de ilusiones, recuerdos y experiencias en ambos sentidos.

Aprovechando la visita de esta persona hemos aprovechado la tarde para organizar una pequeña merienda con los antiguos alumnos del Centro de Día para recordar tiempos pasados y para charlar un rato tranquilo acerca del punto en el que sus vidas están actualmente, ha sido un verdadero placer reencontrarme con algunas de las niñas a las que conocí hace catorce años, han pasado de ser unas niñas que estaban todo el día demandando juegos y atenciones a ser unas mujeres jóvenes y con ganas de disfrutar la vida, a alguna aún se le nota esa edad del pavo en la que están con las típicas preocupaciones de los jóvenes de hoy en día, han venido todas muy bien vestidas, perfectamente maquilladas, pero sin perder esa mirada que tenían cuando eran niñas y jugaban en el patio del centro a la comba o a saltar la goma. Hablándolo con el chico que ha venido hoy ambos coincidíamos en la satisfacción tan enorme que a uno le da cuando ve a dónde han llegado aquellas niñas que fueron las pioneras en ser beneficiarias de este proyecto tan hermoso como es el del Hogar Padre Lerchundi.

Para ir terminando me gustaría tener unas palabras de recuerdo de esos jóvenes adolescentes que han pasado aquí esta semana, han sido días, como dije al principio, llenos de sonrisas, momentos de compartir en grupo y de trabajo, días en los que han podido conocer, de manera muy somera, la realidad de otras formas de vivir la vida, otra forma de alcanzar la felicidad, pues si de algo no me cabe la más mínima duda es de que por dónde quiera que han pasado han podido palpar la felicidad y la alegría de la gente con la que se han cruzado estos días en todos los lugares de trabajo a los que han acudido, sólo tengo una preocupación ahora que ya no están aquí, y no es otra que olviden, o dejen aparcado en un rincón del recuerdo, lo vivido y experimentado esta semana, no pido que la experiencia les deje la misma huella que nos ha dejado a otros que aún tenemos muy a flor de piel las sensaciones que nos produjo aquella primera experiencia, pero sí que me gustaría que eso que han aprendido esta semana les haga tomar una nueva consciencia de sus vidas y que empiecen a vivir y a disfrutar su vida siendo conscientes de la suerte que tienen y sabiendo aprovechar al máximo las oportunidades que, por haber nacido en la cara buena del mundo, se les presentarán a lo largo de sus vidas, que no hagan como con los suvenires que se han llevado, que probablemente terminen en una estantería o en una caja acumulando polvo con el paso del tiempo.

Preparando la recepción del próximo grupo grande de voluntarios que llegará mañana me despido de vosotros con la esperanza de que el cansancio y el sueño nocturno me dejen un ratito pequeño cada noche para poder trasladaros a este espacio aquellas cosas que voy teniendo la suerte de vivir y disfrutar.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED FELICES!!

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