domingo, 12 de febrero de 2012

Caminar por el desierto


Gracias a la tecnología ayer por la tarde tuve la oportunidad de reunirme, virtualmente, con alguna de la gente de mi pueblo con la que tengo la suerte de compartir mi modo de entender la fe, podríamos decir que fue una especie de reunión de “comunidad virtual” con algunos de los que me han acompañado estos últimos años antes de lanzarme a dar el paso de venir a vivir esta experiencia.

Ciertamente me hizo mucha ilusión compartir un rato con ellos, verlos y poder charlar un rato distendido sobre algunos temas que nos preocupan y que nos gustaría que pudieran salir adelante. No fue una reunión muy multitudinaria pues había cinco personas por el bando calabazón y dos por el bando tangerino, y hoy me gustaría compartir con vosotros algunas de las reflexiones que se me plantearon a raíz de esa unión virtual en torno a la manera de entender la fe.

En primer lugar nos dio mucho que pensar a todos los que “asistimos” el hecho de que estuviésemos tan pocos, tampoco es que esperásemos a muchos más pero la verdad es que es un tanto frustrante comprobar que somos tan pocos en esta tarea, que hay tan poca gente joven que se preocupe por estas cosas. Y es que creo que hay mucha gente que obvia todo lo que tiene que ver con la Iglesia y con la fe sin ni siquiera preocuparse por lo que digan o lo que ofrezcan. Todo lo que suene a Iglesia se traslada rápidamente a mangoneo, beatos y esas cosas, qué queréis que os diga yo con mi edad y con mi manera de entender y vivir la fe no me considero un “meapilas”, como probablemente más de uno o más de dos de los que me conozca me pueda tachar de tal.

Creo que muchas veces se cae en el error de pensar que la Iglesia y la fe es para la gente mayor, y sinceramente pienso que en eso estamos muy equivocados, la Iglesia será aquello que nosotros queramos que sea, sólo hace falta tener ganas de hacer cosas y proponerlas, porque, en eso sí que doy la razón a los críticos, a la Iglesia le cuesta dar el paso de acercarse a los jóvenes, más allá de eventos en los que está bien que se llame a la participación de los jóvenes, véase la última Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid el agosto pasado, creo que a la Iglesia le cuesta integrar la opinión de los jóvenes, aunque también pienso que la culpa no es sólo de la Iglesia, a los jóvenes por lo general todo lo que requiere un mínimo compromiso o un mínimo esfuerzo les repele, no les interesa lo más mínimo.

También he llegado a otra conclusión, y me ha dejado un tanto desolado por cierto, la fe y la vivencia de una vida cristiana es otro producto de consumo más para la gente de hoy en día, he comprobado con bastante desánimo que a la gente sólo le interesa la religiosidad cuando hay un objetivo detrás del que pueden sacar algo, me explico, mientras he vivido en mi casa en Don Benito he tenido la oportunidad de acompañar a muchos grupos de jóvenes, tanto en la experiencia que se lleva a cabo anualmente en Tánger como en las catequesis de la parroquia, y me entristece sobremanera constatar que una vez alcanzado el objetivo “si te he visto no me acuerdo”, sinceramente me parece una actitud muy hipócrita, y por ende muy de moda.

Con la esperanza de que el pequeño grupo que nos reunimos ayer gracias a las nuevas tecnologías siga adelante en este caminar por el desierto, en el que, con la compañía y la intención de compartir la manera de entender la fe, espero que un día encontremos el oasis en el que poder disfrutar del placer del compartir, en el que podamos llegar a ser una verdadera comunidad.

Un fuerte abrazo a todos y ¡¡SED FELICES!!

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