martes, 21 de febrero de 2012

Llegó


La historia que me gustaría compartir con vosotros comenzó tal día como hoy, 20 de febrero, hace justo un año, una historia de cómo por mucho que queramos que algo salga en un momento concreto al final termina saliendo en el momento que debería, que en el caso de la historia de hoy ha sido justo un año después de lo que tenía previsto y de lo que me hubiera gustado, aunque este hecho también ha tenido consecuencias muy positivas.

Y es que hoy hace justo un año que tenían lugar las movilizaciones populares más fuertes que se habían dado en Marruecos en los últimos años, al aliento de las movilizaciones populares que venían sucediéndose por aquellos meses en los países islámicos, que vendrían a desatar el movimiento posteriormente denominado la Primavera árabe, un numeroso grupo de ciudadanos marroquíes decidían salir a las calles y protestar contra un gobierno que consideraban que no tenían en cuenta muchas de las necesidades que el pueblo marroquí venía padeciendo, salían portando pancartas y gritando lemas a favor del aperturismo del gobierno y la defensa de algunas libertades restringidas que consideraban inalienables y por las que habían decidido que debían luchar hasta que les fuesen reconocidas de manera plena.
Comenzó como una protesta pacífica pero...

La protesta tuvo lugar el veinte de febrero del año pasado y lo que comenzó siendo una protesta pacífica, en la que familias enteras, desde los abuelos hasta los nietos, salieron a las calles a reclamar aquello que creían que debían defender de una manera cívica y pacífica, terminó derivando en una serie de disturbios urbanos que convirtieron algunos de los rincones del boulevard Pasteur en auténticos campos de batalla. Algunos exaltados, aprovecharon el ambiente que había para destrozar escaparates de varias tiendas, aprovechando la más mínima ocasión para entrar en aquellos establecimientos que habían sido asaltados con el objetivo de robar todo lo que pudieran, algunos de ellos fueron capturados después por esos hechos y encarcelados, más de uno aún sigue a día de hoy en prisión. La policía utilizó toda la fuerza de la que disponía para “apaciguar” los ánimos y las intenciones de esos energúmenos que con su actitud empañaron lo que había comenzado siendo una protesta ejemplar. Por supuesto que estos últimos, los exaltados, fueron los que se llevaron de calle todas las portadas de los periódicos internacionales, cabeceras de telediario, titulares de radio…
...terminó como una aunténtica batalla campal.

Después de ver cómo estaba el panorama los responsables de la que debería haber sido la experiencia misionera “Tánger 2011”, muy a su pesar de algunos de los que estábamos allí, decidimos que lo mejor era posponer la experiencia para otro momento más tranquilo, con la consiguiente desilusión para los participantes de la mencionada experiencia, entre los que me incluyo, en aquel momento no logré entender los motivos, hoy los tengo algo más claros.

Gracias a cerrar esa puerta el año pasado tuvimos la oportunidad de abrir otra, y es que decidimos que ya que no era posible venir a Tánger había que ofrecer un espacio a toda esa gente que habíamos estado formando a lo largo del curso, descubrimos un lugar diferente pero tan lleno de vida y con un ambiente tan fantástico como es la comunidad de Onuva, en un pueblecito muy próximo a Sevilla y donde en una finca en mitad de la naturaleza una comunidad religiosa, en la que tienen cabida todo tipo de personas, desde matrimonios a religiosos consagrados, se dedican a estar al servicio de aquellos que han sido más desfavorecidos por las circunstancias de la vida, gente que ha sido abandonada de una u otra manera a su suerte y que en ese entorno han encontrado un lugar en el que sentirse queridos y protegidos, un lugar que a día de hoy pueden llamar su hogar.
Todo un regalo descubrir este lugar en el que hay un proyecto digno de ser conocido.

Hoy después de un año, por fin hemos podido, mejor dicho han podido, comenzar con su experiencia de trabajo intenso los chavales del Claret de Don Benito, esta mañana sentado junto con el responsables de este grupo de chavales en el dispensario de las Hermanas Adoratrices pensaba qué grande es Dios, cómo justo un año después de habernos “quitado” aquella experiencia en la que habíamos estado tan volcados en su preparación nos ha regalado la posibilidad de vivirla en unas circunstancias completamente diferentes a las de entonces, quizá con otra madurez y otro punto de vista con respecto a la experiencia, quizá con un bagaje y un control de la situación que no teníamos hace un año.

Desde aquí con el recuerdo muy especial a aquellos que abrieron una senda nueva en Onuva y que no pudieron disfrutar de Tánger quiero compartir con vosotros estas sensaciones que hoy me han llevado a darme cuenta que las cosas son cuando tienen que ser, independientemente de las voluntades y deseos de quien tiene que hacerlas.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED MUY FELICES!!

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