miércoles, 16 de mayo de 2012

A tí que estás sentado...

La verdad es que estos últimos días estoy leyendo bastantes reacciones y comentarios acerca de las manifestaciones que están teniendo lugar con motivo de la conmemoración, en el día de ayer, del primer aniversario de las movilizaciones del movimiento 15M, y ciertamente me preocupan varias cosas que me gustaría dejar un poco situadas, y tal vez aclaradas, en la entrada de hoy, pues creo que hay muchas cosas que no están a lo mejor del todo definidas y ante las que alguna gente aún no sabe cómo debe mostrarse o situarse.

En primer lugar me gustaría compartir con vosotros una sensación que me ha asaltado durante estos días, y no es otra que el miedo de ver como hay mucha gente que a pesar del problema evidente que existe, esa mal denominada crisis, siguen haciendo oídos sordos y prefiriendo mirar hacia otro lado, tal vez pensando que en la ignorancia pueda residir su felicidad, no lo sé. Es bastante preocupante ver como jóvenes universitarios, esos que están conformando la generación mejor preparada de la historia, siguen sentados en sus sillones mientras les roban el futuro, además de una manera canalla cual si fuera una bolita que se esconde en una timba callejera, y no sólo eso si no que además algunos de ellos se quejan de que haya gente dispuesta a luchar por sus derechos, por los de los que protestan y por los de los que se quedan en sus casas sentados en sus sillones.

Creo que algunos de esos no están siendo conscientes de lo que se les puede estar viniendo encima, personalmente pienso que la generación mejor preparada de la historia está siendo y va a seguir siendo la generación peor recompensada de la historia, por eso me da miedo que la gente permanezca indiferente ante los acontecimientos que vienen sucediéndose: recortes sociales, corrupción, relativismo, falta de solidaridad... Me da miedo pero no me sorprende, pues tengo la certeza de que esa falta de reacciones también es fruto de este sistema que se está desmoronando, aunque pueda parecer la reflexión de un iluminado creo que nos han ido quitando poco a poco la necesidad de unirnos para protestar ante aquello que no nos gusta, creo que ya lo he dicho en otra ocasión, nos quieren hacer vivir juntos pero no unidos, si no no hay otra explicación para ver cómo las mismas medidas que nos afectan a todos por igual a unos les impulsa a protestar y a otros sólo les impulsa a quejarse de los que protestan.

En estos días también he recibido comentarios y correos directos de gente de mi círculo más próximo de amistades que me decían que hay que protestar sí pero que ¿ante qué? y yo la verdad es que lo tengo bien claro, los motivos de mis protestas son bastante claros: 
  • No acepto los fuertes recortes económicos amparados en la necesidad de combatir la crisis pues sólo están trayendo más pobreza y más desesperanza.
  •  No acepto la indiferencia de los que toman las decisiones que afectan al pueblo sin tener en cuenta que detrás de esos números hay personas que sufren las consecuencias de las malas decisiones de quienes a día de hoy siguen viviendo una vida estupenda y sin apreturas.
  • No acepto la tolerancia de una corrupción tan exagerada como la que tenemos, no podemos permitirnos hacer apología de la estafa, no me cabe en la cabeza que haya familias que han perdido sus casas y sus vidas por no tener dinero con el que afrontar sus deudas, por ser honrados, y que haya otros que han tenido un montón de dinero, conseguido de dudosas maneras, y que ahora puedan sacarlo a la luz como si nada, pagando una propina irrisoria que de poco o nada va a servir, o es que ¿acaso alguien cree que ese dinero va a solucionar algo?
  • No acepto el relativismo que nos han hecho creer que es la solución a los problemas, desgraciadamente no todo vale, no podemos dejarnos llevar por unos impulsos a la hora de solucionar nuestros conflictos, son soluciones rápidas pero poco efectivas a problemas que se demuestra día a día que siguen ahí enraizados.
  • Y desde luego no acepto la falta de unión entre la gente que padece junta la ineficacia de una clase política que nos dirige con paso firme hacia la ruina más absoluta, de toda la clase política porque a mí me parecen igual de malos todos, sean de un signo político o de otro, mi protesta y mi indignación son ambidiestras, van igual contra la derecha que contra la izquierda.
Para ir terminando me gustaría pararme en un par de cosas que no quiero dejar pasar. La primera de ellas es un dato curioso que me ha llamado la atención de todas las cosas que he leído, visto y vivido estos días, y no es otro que la admiración que me produce la gente mayor que, sin el más mínimo miedo ni reparo, se planta en las manifestaciones a reivindicar sus derechos y a protestar por los derechos de quienes vienen por detrás de ellos y no son capaces de levantarse para hacerlo ellos mismos. Son gente que, la mayoría, ya saben lo que es salir a luchar por unos derechos, son los que en su día lograron con el alzamiento de sus voces el reconocimiento de muchos de esos derechos que a día de hoy nos están quitando y recortando, ante la pasividad de unos jóvenes que o bien no se han enterado de lo que conllevan esos recortes o bien aún no han madurado lo suficiente para que les preocupen. Sinceramente os lo digo, alguna de esa gente mayor con la que he podido hablar estos días son espejos en los que mirarse y a los que tomar como modelo de lo que es estar indignado y no tener miedo ni pereza de luchar por tus derechos.

Por último me gustaría trasladar mi opinión a cerca de las etiquetas que se ponen estos días a la gente que sale a protestar a las calles. ¡Qué fácil es poner una etiqueta a la gente sin conocerlas! En diferentes medios de comunicación y redes sociales se suceden estos días comentarios en los que, gratuitamente y desde una ignorancia y un desconocimiento soberano, se califica a la gente que hemos, yo también lo he hecho aquí en Tánger, salido a la calle a protestar como perrosflautas, vagos, borrachos, juerguistas, fiesteros... no sé cómo afrontar esos comentarios porque creo que no representan a la gente que ha salido a la calle, pues por lo que yo he visto y he tenido la oportunidad de vivir en primera persona, poco o nada se aproximan a esos calificativos. Aún así no tengo en cuenta a la gente que hace ese tipo de comentarios, pues básicamente son esos que aún están sentados en su sillón.

Estamos llamados a ser la generación que cambie las reglas del juego, que proponga los cambios que a día de hoy necesitamos para poder garantizarnos un mundo mejor y más justo, porque por muy negra que sea la situación yo sigo pensando que es posible.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED FELICES!!


2 comentarios:

  1. No creo que seamos la generación mejor preparada de la historia. Tener los mejores medios, no significa ser más aptos.

    Gran reflexión Mario.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Yo sí que creo que somos la generación mejor preparada de la historia, aunque haya aspectos de nuestra preparación que hayan hecho descuidad otros.

      Un abrazo muy fuerte y a ver si esto termina suponiendo un cambio hacia mejor.

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