miércoles, 14 de marzo de 2012

Contra el viento

En la vida hay pocas cosas que sean fruto de la casualidad, quizá algunas del azar pero pocas suceden porque sí. Me gustaría compartir hoy la sensación que me ha dejado el último libro que me he leído y que da título a la entrada de hoy, un libro que no estando ambientado en Tánger, en la realidad que estoy pudiendo descubrir e intentando comprender a lo largo de estos meses, nos muestra algunos aspectos que están muy presentes en el día a día de mi experiencia.

El libro en cuestión es de Ángeles Caso y recoge la historia de una luchadora, de una mujer de esas de las que ya os he hablado en alguna otra ocasión que luchan contra todos los elementos en su contra para sacar adelante sus vidas y las de aquellos a los que más quieren, sus hijos, además me ha gustado terminarme el libro hoy, precisamente hoy miércoles, trayéndome a este lado del puente el recuerdo de todas esas mujeres a las que cada miércoles cuando voy a casa de las Misioneras de la Caridad las veo colaborar con todo el cariño del mundo en la atención a los niños de la cola, dando lugar a uno de esos momentos especiales en los que uno puede observar el sentimiento de solidaridad que se crea entre los excluidos, unos y otras son elementos que poco o ningún valor tienen a los ojos del resto de la sociedad.

Más allá de la manera en la que esté escrito el libro, cosa que desde mi ignorancia no puedo juzgar, me encanta la manera en la que la autora enfoca la historia que quiere contar y que quiere transmitir. Además lo hace de una manera dura, sin evitar en ningún momento la crueldad de las situaciones por las que tiene que pasar la protagonista, me gusta mucho la manera que tiene de llevar al lector agarrado de la mano de la protagonista del libro desde su más tierna infancia, llena de sueños y de pensamientos bondasosos sobre la vida y el futuro, hasta el momento de madurez en la que despojada de toda suerte, zarandeada una y cien veces por los sinsabores de la vida, ella, la protagonista, sigue plantando cara a la vida, sigue manteniéndose erguida frente a esas situaciones que lejos de hacerla desfallecer la hacen sacar lo mejor de sí misma para seguir en el empeño de sacar adelante a su hijo.

El libro narra la historia de una mujer caboverdiana, pero lo podía haber hecho perfectamente de una marroquí o de una española o de una de tantas mujeres que hay a lo largo y ancho del mundo que a pesar de no tener el viento a favor, aun cuando el camino fácil requeriría otras decisiones, quizá más dolorosas, prefieren tomar el sendero más complicado, demostrando su valentía y esa pasta especial de la que están hechas todas esas heroínas que, como la protagonista del libro, se sobreponen una y otra vez a las zancadillas que la vida les va poniendo.
El libro habla de una caboverdiana pero hay miles de mujeres en el mundo en la misma situación.

No sé si os interesará o no la historia que os acabo de contar, pero a todos aquellos que les gusten los libros de historias que te cogen un pellizco por dentro, de historias de gente pequeña que hace cosas grandísimas os recomiendo encarecidamente este libro, una historia que engancha, hasta el punto de habérmelo leído en tres días.

Como os decía al principio hay pocas cosas que sean fruto de la casualidad y estoy convencido que ese libro estaba puesto en la estantería del que lo cogí el pasado domingo por la tarde para que yo pusiera mis ojos en él y lo devorara a la manera en que lo he hecho, para hacerme recordar a esas madres, a esas hijas de perra como las llaman allí, que cada día luchan contra el viento para seguir caminando.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED FELICES!!

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