domingo, 13 de noviembre de 2011

30 años, 3 meses, 1 semana y 2 días


A algunos a primera vista el título de la entrada de hoy os puede recordar al título de una película, a otros quizá les parezca la cantidad de tiempo que podría conllevar una condena, tal vez en algunos momentos puedo haber sido así, pero lejos de todo eso el título de la entrada de hoy tiene que ver, y mucho, con una celebración.

Esas cifras representan mi edad, no me da ningún reparo confesarla, y por lo tanto también reflejan la cantidad de tiempo que llevo a unido a la persona a la que dedico mi entrada de hoy, mi madre. Hoy es su cumpleaños, no diré la edad que cumple porque en el caso de las mujeres es de mala educación decirlo, y no quiero dejar pasar la oportunidad de hablaros de ella, de la importancia que tiene ella también en toda esta experiencia que os voy narrando.

Como tantas otras cosas importantes en mi vida, si no hubiera sido por la madre que tengo no hubiera llegado a ser la persona que hoy en día soy, de hecho, y corriendo el riesgo de equivocarme, sea la persona que más ha influido en mi manera de ver la vida, tanto para lo bueno como para lo malo.

Imagino que como para muchos de los que podéis estar leyendo el blog, mi relación con mi madre es una relación “amor-lucha” en la que se alternan los momentos buenos y los no tanto, pero en la que por encima de todo, y probablemente no se lo haya dicho nunca, existe una admiración profunda, por su manera ser y de plantar cara a los sinsabores de la vida, y un amor incondicional, creo que en eso no soy distinto a la mayoría de la gente.

De mi madre he aprendido muchísimo, y por mucho que haga en la vida nunca podré mostrarle el suficiente agradecimiento por todo lo que ella ha hecho por mí, por todo lo que ella ha luchado, por mí y contra mí, para que hoy llegue a estar donde estoy y ser quien soy. Creo que no he conocido a nadie con mayor capacidad para encajar los golpes de la vida y saber salir adelante airoso, para en la peor de las situaciones ponerse de pie frente a la vida y no dejarse llevar por la pena o la apatía. Puedo decir con la voz bien alta que, a pesar de los muchos momentos malos que ha tenido que pasar en la vida, jamás la he visto rendirse, por muy dura que fuera, por muy negra que la situación se pusiese, ella siempre se plantaba y sacaba adelante todo. Como digo, no conozco a ninguna persona con mayor fortaleza mental que ella.

He de reconocer que yo no siempre he sabido valorar la suerte que tengo de tener una madre así, y  que, en muchas ocasiones, no me he comportado como el hijo que debiera haber sido y no me siento orgulloso por ello. Son infinidades las veces en las que pierdo la paciencia con ella o no soy capaz de hacerle sentir lo mucho que la quiero y lo importante que es su presencia y su ejemplo para mí.

No sé si a lo demás también les pasa, pero a mí me ha costado y me sigue costando mucho, acercarme a mi madre, me refiero a que, cuando estaba en casa, no siempre valoraba los momentos de conversación con ella, tampoco los cuidaba, me mostraba un tanto apático con respecto a las cosas que me contaba, y, como con la mayoría de las cosas en esta vida, uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde.

Como digo, tengo que agradecerle mucho a mi madre todo lo que ha luchado por mí, todo lo que ha hecho por mí en esta vida, y lo que sigue haciendo, y tengo que agradecerle, por encima de todo, el modelo de entrega, lucha, coraje y tesón que ha sido para mí. Ella, si quisiera, sí que podría escribir un blog contando todo lo grande y maravilloso que ha hecho en la vida, desde la sencillez y desde la humildad, que siempre han sido sus signos de identidad, pero no lo hará porque a mi madre no le hace falta escribir lo que ha hecho en la vida, le basta con una mirada o una sonrisa para demostrar que por muchos reveses que haya superado siempre está preparada por si viene el siguiente.

No me cabe la más mínima duda de que, si en su día ella hubiera podido, a ella le hubiera gustado vivir una experiencia como esta, una experiencia de entrega y de servicio a los demás, de hecho, a su modo, ella vive diariamente de esa manera, siendo un ejemplo de que para llevar una vida de entrega y servicio a los demás no hacen falta grandes dotes técnicas o grandes conocimientos sobre los problemas de este mundo si no un corazón enorme, ganas de trabajar y no estar dispuesto a darse por vencido frente a ningún eventual revés que la vida pueda darle.

Voy terminando ya, dándote gracias a ti mamá por todo lo bueno y maravilloso que has hecho y sigues haciendo por mí, porque sé que haces y has hecho muchos sacrificios por mí y yo no siempre te lo he sabido agradecer. A los demás, si me permitís el atrevimiento, os hago una recomendación, decidle a vuestras madres que las queréis y que valoráis todo lo que han hecho por vosotros, no sigáis mi ejemplo, que he aprendido a valorar lo importante que es para mí cuando me he venido a vivir lejos de ella.

Un abrazo muy fuerte a todos y sed muy felices.

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