miércoles, 16 de noviembre de 2011

Haciendo campaña


Hola a todos, creo que con el título de la entrada de hoy ya os podéis imaginar de qué vamos a hablar hoy, ¿no? Efectivamente, hoy toca hablar de política, de la campaña electoral, de las promesas, de las buenas propuestas que se hacen en campaña y luego… dice el dicho “una vez metido se olvida lo prometido”. ¿ Alguna vez os habéis planteado si existen diferencias entre nuestra democracia y otros sistemas políticos, que tienen peor nombre o peor prensa?

Una de las cosas que más estoy disfrutando de vivir fuera de España es el tema de que no estoy enterándome para nada de lo que está pasando en la campaña electoral que culmina el próximo domingo, y no os hacéis una idea de lo bien que se está así. Es una tranquilidad no tener que escuchar en la radio o ver en el telediario al político de turno defendiendo sus propuestas y intentando convencernos de que sus propuestas son las que más nos beneficiarán los próximos cuatro años… un momento espera, quizá estoy hablando de otra cosa, ah es verdad! Estoy hablando de política, justo lo que no se hace en nuestro país, ciertamente de lo que me estoy librando es de la mediocridad de nuestra clase política, de la falta de ideas para cambiar, de la falta de debates de ideas, del “yo seré muy malo pero y tú más”, de la política de Sálvame. 

Supongo que muchos de vosotros no estaréis de acuerdo con esta afirmación que acabo de hacer, pero os lo confieso soy un desengañado de la política. En mi vida siempre me he sentido más cercano a los partidos de izquierdas, porque me daban la impresión de que eran los que estaban más próximos a la gente humilde, a la gente más necesitada, pero después de ver lo que he visto creo que son prácticamente iguales que los partidos a los que critican, se han convertido en lo mismo en lo que han estado criticando pero siguen intentando vendernos la imagen de alternativillos que tanto gusta. Sinceramente he perdido la confianza en todos ellos, no hay ninguno que me parezca lo suficientemente honesto para que yo pusiera mi confianza en él para los próximos cuatro años. De los sindicatos mejor ni hablo, no quiero que me salga espuma por la boca porque de verdad hoy me posea un espíritu maligno.

Pero no quiero entrar a debatir si es mejor un partido u otro, si uno es más ladrón que el otro, si por culpa de este o de aquel estamos metidos en esta situación actual en la que nos está tocando batirnos el cobre, me gustaría que por un momento nos planteásemos ¿qué es lo que vamos a votar? No me refiero a la opción política a la que premiar con nuestro voto si no al sistema político que tenemos, nuestra “democracia”. Hay que ver lo que se les llena la boca a los políticos cuando hablan de ella, y que paradójico resulta que sean quienes menos la practican.

No sé si os lo planteáis o no, pero yo llevo mucho tiempo, mucho antes de toda la movilización social del 15-M, dándole vueltas a la idea de que en realidad no estamos eligiendo libremente, no somos libres de decidir quién queremos que nos represente en las Cortes, estamos optando por algunas de las ofertas que están en el “mercado”, y, sinceramente, la limpieza de las listas suele ser bastante dudosa, porque soy de la opinión que para llegar alto en política uno ha de tener muy pocos escrúpulos y tiene que tener poco reparo en pisar todas aquellas cabezas que sean necesarias para llegar a su objetivo.

Casualmente, también hay campaña electoral aquí en Marruecos, pues el próximo día veinticinco de noviembre se celebrarán elecciones legislativas. Los representantes que salgan de esos comicios tendrán la responsabilidad de aprobar la futura reforma de la Constitución marroquí.

Bien, llegados a este punto seguro que alguno de vosotros ya habrá pensado que nada tiene que ver una forma de gobierno, la española basada en la democracia y en la soberanía del pueblo, con la otra, la marroquí que muchos pensaran que  no deja de ser una dictadura encubierta. Pues bueno yo creo que no son tantas las diferencias que existen a uno y otro lado del Estrecho. Creo que en España nos gusta pensar que nosotros ese período de dictadura lo hemos superado y creemos estar en la posición óptima para afirmar que en otros países viven en dictadura. ¿Seguro? Creo que la situación no ha cambiado, lo que antes era sometimiento a una persona se ha convertido en sometimiento a un statu quo, a una serie de intereses de unos cuantos que, por suerte o por desgracia, son los que tienen la sartén por el mango, son los que tienen el dinero necesario para que todo ese estado del bienestar que disfrutamos pueda seguir manteniéndose, a costa del esfuerzo de todos los demás. ¿Somos entonces tan distintos?

En las próximas elecciones generales no ejerceré mi derecho al voto, probablemente por eso tampoco tenga derecho a quejarme de lo que pase a partir de entonces, pero tampoco creo que mi voto fuese a cambiar nada. Tengo muy claro a qué formación política le otorgaría mi voto si pudiera hacerlo (no he solicitado el voto por correo ni el voto consular ni tengo pensado ir a votar a mi pueblo), votaría al partido político Por Un Mundo + Justo, pues de todos los partidos que se presentan a las próximas elecciones generales son los que más se ajustan a mi manera de entender la política: desde lo local a lo internacional, con las miras puestas en los más desfavorecidos, oprimidos, excluidos y marginados de nuestra sociedad, sin olvidarse de todas las potencialidades que todos y cada uno de los ciudadanos tenemos y deseamos.

Espero no haberos aburrido mucho con la entrada de hoy y que por unos instantes os hayáis planteado una serie de cuestiones acerca de nuestro sistema que, desde mi punto de vista, son muy necesarias hacerse en momentos en los que, como el próximo domingo, se tiene que decidir el devenir de los próximos cuatro años.

Un fuerte abrazo a todos y cada uno de los que leéis el blog, y, ahora más que nunca, ¡¡SED FELICES!!

1 comentario:

  1. Aunque no votes tienes todo el derecho del mundo a quejarte, incluso más derechos que los que siguen votando al malo y al peor.

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