Pues sí como lo leéis, no voy a andarme con rodeos, esta mañana después de treinta días de experiencia he vuelto a España. La verdad es que no era mi intención volver tan pronto pero una serie de circunstancias, algunas ajenas a mi voluntad y otras no tanto, me han hecho tomar el camino hacia la tierra patria, regresar a territorio nacional, en definitiva volver a ser un españolito de a pie.
Ciertamente el camino de vuelta ha sido un tanto “tortuoso” y con algún que otro sobresalto. El viaje ha comenzado temprano sobre las 7.30 de la mañana. No he vuelto sólo me han acompañado en el viaje Juande y Rocío, para los que no sepáis quienes son no os preocupéis que os los presentaré. La verdad es que durante todo el camino he estado recordando la entrada del blog de ayer, concretamente el tema de la cercanía geográfica de dos mundos tan alejados en otros sentidos.
Conforme me iba aproximando a España me iban asaltando una serie de sensaciones encontradas que me hacían estar a la vez triste, contento, expectante, ilusionado y, por encima de todo, fascinado por aquello que veía.
Por un lado, como digo, me sentía triste pues lo que veía cuando me estaba acercando a España me daba bastante pena, el panorama en algunos momentos podía parecer bastante desalentador. Al pasar la frontera, ya al final del viaje, he podido ver a gran cantidad de gente que hacía tediosas colas para poder sellar sus pasaportes. He visto como la gente tenía que resignarse a esperar durante largo tiempo para poder sellar y así entrar en España, entrar en otro mundo. En este punto me gustaría incidir en un tema que probablemente la mayoría de la gente desconoce, y es que no sabemos valorar la suerte que tenemos de poder viajar libremente por la gran mayoría de países del mundo por el simple hecho de ser españoles, europeos. A modo de información os comento que cada marroquí que quiera venir a España tiene que presentar una cantidad de papeles interminable, pero además os comento que para poder “estudiar” la concesión del visado por parte del consulado de turno deben pagar la “módica” cantidad de 660 dirhams, que al cambio aproximadamente son unos 66 €. Sobra decir que en caso de que no les sea concedido el visado la pasta…. “pa’ la saca”.
También me sentía contento, como he dicho, porque bueno, en cierto modo, a todos nos agrada volver pasado un tiempo, volver a disfrutar de esos pequeños placeres que, como en alguna otra ocasión he comentado en el blog, no valoramos hasta que dejamos de tenerlos. He disfrutado volviendo a poder tomar jalufo, volviendo a tener la posibilidad de tomarme una buena cerveza fresquita o el placer, por tonto que parezca, de poder hablar tranquilamente por la calle por el teléfono móvil, sin tener que estar pegado a una ventana y escuchando de mala manera a la persona con la que intentas mantener una conversación al otro lado. También os digo que me ha dado mucha alegría escuchar a la gente hablar por la calle en castellano, es una chorrada como un piano lo sé pero cuando vas por la calle y escuchas un “hola” o cualquier otra cosa de la que te enteras vuelves a sentirte en casa.
La expectación y la ilusión, ambas juntitas de la mano, me la generaban el viaje en sí. A todos nos preocupa o nos motiva la planificación de un viaje, y en este caso no iba a ser menos. Además como digo era un viaje que no tenía pensado hacer tan pronto y que, como tantas cosas en la vida, me ha pillado por sorpresa. La verdad es que durante el camino de vuelta iba recordando la última vez que hice el recorrido en sentido contrario, las sensaciones que tenía entonces y las que he tenido hoy, y después de mucho reflexionar sobre ellas he llegado a la conclusión que a día de hoy tengo más claras las cosas que entonces, tengo mucho más claro cuál es mi objetivo en la vida y cuál es el punto final de mi viaje, creo que soy una persona más madura y más asentada.
Por último me gustaría comentaros el por qué hoy me he sentido fascinado, qué cosas me han llamado tanto la atención que las he fotografiado mentalmente y han tenido ocupado mi interés durante gran parte de día. Sinceramente, para mí hoy ha sido un día lleno de cosas nuevas, lleno de imágenes y experiencias que no había tenido hasta ahora. Por un lado me ha fascinado el trasiego de la gente en la frontera, el entrar y salir de cantidades ingentes de personas cargadas con bolsas con todo tipo de productos, que en Marruecos o bien no los hay o bien son excesivamente caros. También me ha sorprendido la raigambre que el sentimiento patrio tiene en las ciudades fronterizas, la cantidad de gente con todo tipo de emblemas patrios que he visto al llegar: balcones adornados con banderas españolas, gente con la camiseta o el chándal de la selección de fútbol, etcétera. Y una cosa que me ha fascinado, y de la que otro día si se tercia hablaré, es la constatación de que vivimos en un mundo globalizado, de que ya sea en España o en Marruecos hay productos, marcas que todos conocemos, y establecimientos, a la foto me remito, que los podemos encontrar a ambos lados, empresas a las que, por encima de todo, sus ventas, sus campañas de marketing y su imagen no se ven afectadas lo más mínimo por las diferencias religiosas, las distintas situaciones políticas o la existencia de crisis económicas.
Sin más me despido, creo que igual he sido un poco pesado, comentándoos que a pesar de todo la experiencia ha valido la pena, he podido vivir en primera persona lo que se siente estando ahí “al otro lado”.
Pd: Hoy he ido a Ceuta, otro día os cuento a qué.
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