jueves, 17 de noviembre de 2011

Cuando perdemos la inocencia


El título de hoy viene a ser un poco ambiguo, es a la vez pregunta y afirmación, y es lo que pretendo con la entrada de hoy, que nos preguntemos cuándo, cómo y por qué dejamos de ser unos púberes inocentes y crédulos y nos convertimos en los adultos que somos hoy en día, supongo que habrá pocos niños seguidores de este blog, si hubiera alguno de lo que hablaremos hoy es de cuando los mayores dejamos de ser niños, de cuando dejamos de creer en los reyes magos, de cuando nos convertimos en los seres aburridos e insulsos que a día de hoy somos a vuestros ojos.

Cada vez que pienso en la inocencia de los niños pequeños me viene a la mente el libro de El Principito, siempre recuerdo con mucha ternura y cierta melancolía al personaje protagonista del libro. Creo que en el fondo todos en algún momento de nuestras vidas hemos sido como él, y probablemente todos anhelemos ese tiempo pasado en el que todo, por simple que fuese, nos emocionaba cuando lo veíamos por primera vez.

Estoy convencido que a todos se nos viene una sonrisa a los labios cuando recordamos algunas de las cosas que hacíamos cuando éramos pequeños, cuando con cualquier cosa nos quedábamos embobados horas y horas. En mi caso nunca olvidaré unas navidades en las que, siendo muy pequeño, la noche de reyes aparecieron en mi habitación los Magos de Oriente!!! No os podéis imaginar la cara de fascinación que se me quedó, creo que me tuvieron que llevar al médico para que consiguiera cerrarme la boca pues de tanto abrirla se me había dislocado la mandíbula.

Y en el fondo creo que cuando somos pequeños logramos ser más felices, nos cuesta mucho menos trabajo. Por qué? Está claro cuando somos pequeños nuestros problemas también lo son y encontramos más fácilmente la solución, todo se arregla con un beso de una madre cuando te has caído, con un “perdón” cuando has hecho algo malo o con una promesa de que algo mejor pasará cuando algo no nos ha salido bien o no ha salido como esperábamos.

Por eso la respuesta a la pregunta del título no está nada clara, creo que cada persona es diferente, que cada situación personal hace que unos pierdan esa inocencia antes o después pero sí tengo claro que empezamos a perder la inocencia el día que nuestros problemas no se arreglan de la manera que he dicho antes, cuando la búsqueda de la solución de un problema se convierte en un problema en sí. En este punto tengo que decir que los adultos también tenemos cierta tendencia a complicar las cosas, pues son cientos de casos en los que habiendo una solución bien sencilla a nuestros conflictos damos vueltas y vueltas y más vueltas para llegar al mismo punto al que habríamos llegado siguiendo la línea recta. Por poner un ejemplo, hoy en día nos cuesta horrores pedir perdón cuando hemos cometido un error, ciertamente el nivel de orgullo y de falta de ganas de tragarlo va aumentando con el paso de los años.

Por otra parte me gustaría tratar el tema de cuando perdemos la inocencia, la clase de persona en la que nos convertimos, en mi caso en la que me he convertido yo. No es que yo no crea que debemos madurar con la edad, si eso está muy bien, pero creo que la madurez y la inocencia y la pureza de visión de los niños no deberían ser incompatibles. Personalmente creo que yo con el paso de los años he ido ganando en madurez, en formación personal y en conocimientos, tanto culturales o generales como de conocimiento de mí mismo, pero he perdido mucha de esa inocencia que me caracterizaba cuando era más pequeño, mi madre me lo repite cada vez que me habla de mi infancia. Esto me ha llevado a ser una persona más tímida, mas retraída, más recelosa, en definitiva a convertirme en un adulto aburrido que hace cosas de adultos y que no es capaz de volver a mirar con esos ojos que miraba cuando era un niño, el filtro visual de la edad es muy muy complicado de quitar.

No quiero dejar de pasar esta oportunidad para tratar el tema de la inocencia en los niños con los que cada día estoy tratando, ellos son, en la mayoría de los casos, los que me sirven de inspiración para esta crónica diaria que estoy intentando mantener. Pues bien estos niños con los que trabajamos en el centro de día, la mayoría de ellos, aún no han perdido la inocencia, y no porque les falten motivos, creo que todos os podéis hacer una idea aproximada de los problemas que pueden tener estos chicos, si no porque siguen manteniendo viva la llama en sus miradas, la mayoría de las cosas son nuevas para ellos y todo les fascina, a esto creo que ayuda la falta de recursos y la situaciones familiares en las que se encuentran, entendedme las familias de los niños están mucho más unidas, en ocasiones literalmente, ya os lo contaré. Sinceramente pienso que los niños de nuestra sociedad pierden la inocencia antes, pues el estar rodeados de todo tipo de caprichos, lujos y “superprotección” hace que pronto empiecen a comportarse como adultos, todos podemos poner ejemplos de niños que ya tienen móviles, ordenadores, consolas… y que probablemente no sepan jugar a juegos de niños como el escondite, el pilla pilla, la gallinita ciega o muchos otros juegos a los que hemos jugado hasta aburrirnos los adultos de hoy en día. Es verdad que eran otros tiempos y otras circunstancias pero si hoy en día esas costumbres se han perdido es porque, en el fondo, no hemos hecho nada para evitarlo. Estoy de acuerdo en que la situación económica, siempre está el dinero de por medio, hace que en la actualidad tengan que trabajar los padres y las madres por igual, pero por favor que nadie olvide que hay niños que con 2 o 3 años llevan vida de adultos.

En definitiva, me siento triste por haber perdido esa mirada y esa capacidad de ilusionarme y sorprenderme que tenía cuando era pequeño, a veces creo que vuelve por momentos pero tarde o temprano algo me golpea en la mente y me recuerda que aquellos años y aquella mirada quedaron muy atrás en el recuerdo.

 Un fuerte abrazo a todos y, hoy especialmente a todos los niños que hay dentro de aquellos que leéis este blog, ¡¡SED FELICES!!

2 comentarios:

  1. Muy bonito. Sin conocerte, me voy a permitir hacer un añadido a tu reflexión. Yo creo que la culpa de que hayamos perdido esa mirada limpia que nos hacía ilusionarnos con todo la tiene la experiencia. ¿Cuántas vees hemos dicho, volvería a los X años pero con lo que sé ahora? Pues no, ojalá pudieramos olvidar todas esas cosas que nos condicionan y nos coartan la ilusión.
    Un saludo.

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  2. Muchas gracias por el comentario Elena, la verdad es que no podría estar más de acuerdo contigo, yo daría todo lo que tengo y todo lo que sé por volver atrás y poder descubrir de nuevo cómo es el mundo, cómo funciona el mundo.
    Lo dicho, muchas gracias por participar y un saludo.

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