viernes, 30 de marzo de 2012

Cerrado

Llevamos unos cuantos días que las condiciones atmosféricas, el viento y la situación del mar hacen que los barcos permanezcan amarrados en el puerto de Tánger y que se haya cerrado el Estrecho al tráfico de los barcos rápidos que en menos de una hora cubren el trayecto Tarifa-Tánger. Además el fuerte viento de estos días unido a las nubes hace que temporalmente hayamos perdido de vista la península, y eso me ha hecho reflexionar sobre algunos aspectos que me gustaría compartir aquí.

En primer lugar es una sensación rara perder de vista una referencia permanente que uno tiene frente a sí, es como si de repente alguien que desde su ventana viera a diario el bloque de pisos al lado de su casa, una mañana al asomarse comprobara que no está ahí, que se ha perdido, que no queda ni rastro de él. Ciertamente sé que está ahí, que debajo de todas esas nubes está la península que, como muchas otras cosas que no se ven, a los mismos catorce kilómetros de siempre está el punto de referencia para esta ciudad.
Estos días la situación ha hecho que se vea menos de lo que se distingue en la imagen.

Porque esa es otra de las cosas que me resultan curiosas de la situación atmosférica de estos días ya que, como ya os comenté en su día, Tánger es una ciudad con clara orientación hacia el otro lado del Estrecho de Gibraltar, son muchos los rincones de esta ciudad desde donde, no en días como estos, se puede contemplar perfectamente la península, en los días muy claros pueden distinguirse perfectamente los edificios de la cercana Tarifa. Escuché hace poco un comentario que decía que el faro de Tarifa, cuya luz se distingue perfectamente por las noches desde aquí, era la luz que guiaba a África, y en el fondo creo que así ha sido durante mucho tiempo, era la luz de referencia para aquellos africanos que dejaban atrás sus países para cruzar en busca de un sueño. Como digo a pesar de que los días no son buenos esos rincones siguen estando concurridos de público que, a pesar de las nubes y de la falta de contacto visual, siguen sentados orientados hacia allí, mirando hacia España, tal vez intentado distinguirla a través de las nubes, tal vez buscando ese huequito claro por el que dejar viajar sus sueños hacia una vida mejor.

Esa es otra de las cosas que me dan que pensar, la fe ciega que tienen muchas personas de esta ciudad de que al otro lado les esperaría una vida mejor, una vida llena de oportunidades y comodidades que aquí no pueden disfrutar. Eso me hace reflexionar acerca de la imagen que de España tenemos muchos españoles, entre los que me incluyo. La frase "uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde", cobra ahora un sentido que va un poco más allá, yo diría, reflexionando sobre esta realidad que veo aquí, que uno no valora las cosas que tiene por el simple hecho de haber nacido en un sitio determinado, simplemente entiende que por ello es merecedor de ellas, hasta que uno no viaja y contempla la realidad de otras personas en otros lugares en los que no es así, no empieza a tomar consciencia de lo afortunado que es por tener algunos derechos y servicios que le son inherentes desde el momento justo de su nacimiento. A pesar de que funcionen mejor o peor muchas veces no somos conscientes de lo afortunados que somos de tener unos servicios sanitarios gratuitos, una administración de justicia imparcial y rápida o la suerte de abrir un grifo y que salga agua potable.
El faro de Tarifa, la luz que guía África.

Personalmente no me afecta el hecho de haber perdido de vista por unos días la península, no porque reniegue de mis raíces ni mucho menos si no por el hecho de que cuando tengo la posibilidad de ver a diario el otro lado tengo la sensación de que la cercanía es como una especie de imán que extiende su fuerza de atracción hasta este lado, como si su campo magnético fuera tan fuerte que no pudiera nunca alejarme nunca lo suficiente. Además, como dije al principio, soy un hombre de fe y a pesar de que no vea físicamente el otro lado sé que sigue estando ahí, con su ritmo de vida vertiginoso, con sus virtudes y sus defectos, iluminando y guiando a África, porque a pesar de que el tráfico de pateras a día de hoy haya descendido notablemente sigue habiendo gente que se atreve a cruzar en busca de esa luz, de esa referencia de oportunidades para sus vidas.

Un fuerte abrazo para todos y ¡¡SED FELICES!!

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