jueves, 29 de marzo de 2012

Vivir marcado

Una de las cosas que más me sorprenden cada miércoles cuando acudo a las duchas de los niños de la calle, es la gran cantidad de cortes, arañazos y marcas que tienen en su cuerpo a pesar de la corta edad de la mayoría de los que allí acuden. Me gustaría compartir con vosotros algunas de las cosas de las que me he ido enterando desde que estoy en Tánger y que, desconozco si será igual o no en todo el mundo islámico, tienen una especiales connotaciones sociales.

Aquí por lo general el hecho de tener marcas en la cara está muy mal visto, pues se entiende que aquellos que tienen marcas en la cara no son buenas personas, no son gente de fiar. Lo que en otros lugares podríamos entender como fruto de un accidente o de un golpe fortuito, aquí no se ve del mismo modo y está asociado, como digo, a la gente de mal vivir y poco de fiar. Es por eso que cuando surgen peleas en la calle o entre los chicos en el colegio lo primero a lo que van es a arañar o a marcar la cara, pues desde pequeños son conscientes de que eso les hará estar marcados de por vida como gente de dudosa reputación.
Tener cicatrices en la cara equivale poco menos que a ser un delincuente.

Esto me lleva a pensar más allá de las marcas en sí, y a comprobar nuevamente que esta sociedad es una sociedad que se deja llevar mucho por las apariencias de la gente con la que se trata, todo tiene una valoración a los ojos de los demás: el peinado, la ropa, la manera de andar, las marcas de la cara... todo es minuciosamente estudiado por la gente que al final son los que determinan la idoneidad o no de las personas con las que se puede o debe tratar.

Ciertamente hay algunas de esas marcas que son realmente espeluznantes, no me quiero ni imaginar lo mucho que deben de haber dolido algunas de las heridas con las que algunos de los niños de la calle se presenta allí los miércoles para que una vez duchados, los voluntarios que por allí estén les curen y les desinfecten los cortes, arañazos y raspones que traen algunos, señales que a ellos ciertamente nos les importa tener pues son conscientes de su posición en la escala social marroquí y de la enorme dificultad que tendrá para muchos el hecho de salir de la situación en la que se hallan inmersos.

Pero para el resto de la gente el hecho de llevar una marca es poco más o menos que un pecado, en una sociedad en la que las mujeres se maquillan hasta el extremo de parecer casi gheisas  con el objetivo de tener un color de piel lo más próximo posible al de las mujeres occidentales el hecho de tener una marca en la cara tiene como consecuencia que pierdan su belleza, que a lo mejor pueda darse el caso de que un chico no quiera salir con ella por el hecho de tener una cicatriz en la cara, aunque esta haya sido fruto de un accidente o de una caída y no por haber estado envuelta en ninguna pelea o reyerta.
Las mujeres se maquillan en exceso para poder parecer más occidentales.

Cuando en otros muchos lugares del mundo el hecho de mostrar una cicatriz puede ser sinónimo de fuerza o de hombría, en Tánger las ocultan todo lo que pueden, se tratan con todo tipo de cremas para que desaparezcan las posibles secuelas, pues no hay nada peor que vivir marcado.

Un fuerte abrazo a todos y ¡¡SED FELICES!!

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