miércoles, 4 de enero de 2012

Viaje en primera


Supongo que en estos días de fiesta muchos de los que leéis el blog habéis viajado, incluido yo mismo, para pasar con vuestros familiares y amigos unos días de alegría y felicidad celebrando la Navidad, unos días en los que compartir, al calor de un buen brasero y en una mesa repleta de comida, experiencias, risas y quehaceres diarios con aquellos que mejor nos conocen y a los que, por lo general, más unidos nos sentimos.

Me imagino que, dentro de las posibilidades de cada uno, el viaje habrá resultado más o menos cómodo y que el resultado final habrá sido satisfactorio, o por lo menos eso espero desde aquí. A mí hoy me gustaría acercaros a la historia de un viaje que he conocido hoy, pero que me consta que desde hace muchos años ha hecho mucha gente, algunos con más suerte que otros, y que es la historia de un viaje en primera.
Quizá no tan cómodo como el de esta chica, pero espero que hayáis tenido buenos viajes.
Y es que hoy ha vuelto a ser miércoles, si alguno no sabe el día en el que vive yo se lo digo, y como cada miércoles he acudido puntual a mi cita con las Misioneras de la Caridad, la cita semanal con los chavales de la calle, con los llamados niños de la cola. Hoy ha sido un día especialmente raro, y es que hoy han venido bastantes chavales nuevos, todos bastante mayores, y se han encontrado, bueno y yo con ellos, con la sorpresa de que la nave de la iglesia donde normalmente esperan para entrar a la ducha jugando al fútbol estaba repleta de materiales de construcción, y es que las hermanas han comenzado una obra para acondicionar una terraza para otro de los proyectos que llevan a cabo en su casa.

Entre todos los chavales que han venido se encuentra el protagonista de nuestra historia, es la segunda vez que viene, no sé cuál es su nombre, y tampoco creo que sea importante para el desarrollo de la historia que quiero contaros, ni sé de dónde viene ni a dónde va, ni siquiera sé si tiene familia, lo que sí sé es que es un chaval desesperado, capaz de hacer cualquier cosa por salir de la vida que lleva.
Dos menores intentando pasar a España viajando en "primera".
Ya la semana pasada cuando vino por primera vez a las duchas, charlando con él mientras se duchaba nos comentó a los que estábamos allí que para fin de año tenía preparado un viaje, que no iba a comerse las uvas en Tánger, ni siquiera en Marruecos, tenía la intención de comerse las uvas en España, de despedir el año un poquito más cerca de una oportunidad para abandonar la calle, para dejar atrás la miseria en la que vive.

Y hoy cuando ha vuelto la verdad es que yo le he notado diferente a como estaba la semana pasada, sin embargo al entrar en la ducha y saludarle ha empezado a comentarme los detalles de su viaje a España, porque como bien predijo el fin de año lo pasó en la península. Me ha comentado que viajó en primera, concretamente en la primera rueda de un camión de transporte internacional de los que cruzan a cientos todos los días a bordo de los barcos que salen desde el nuevo puerto de mercancías de Tánger, el puerto de Tánger-Med. Consiguió llegar al otro lado, a Algeciras, y una vez allí fue interceptado por la policía que lo embarcó de vuelta en el primer barco que salió con destino al mencionado puerto. Por lo que me comenta ha sido un viaje breve pero intenso, estoy convencido que algún palo le ha caído como precio por su osadía, pero me sorprendía cuando me contaba que no es la primera vez que lo hace, y que por supuesto no será la última, que en otra ocasión consiguió llegar en su sitio de primera hasta la ciudad de Sevilla, ciento ochenta y cinco kilómetros más al norte de la ciudad por la que accedió a su sueño, Algeciras, ciento ochenta y cinco kilómetros en los que se estuvo jugando el tipo a cada giro del eje de las ruedas, ciento ochenta y cinco kilómetros en los que la moneda al aire que supone arriesgarse de esa manera estuvo girando al compás de las ruedas, sin saber si saldría cara o saldría cruz, ciento ochenta y cinco kilómetros que pudieron haber sido el final de su sufrimiento, pero que por suerte o por desgracia sólo le supusieron una experiencia más en la vida.
Menores intentando colarse en los bajos de la carrocería de un camión.
No es el único caso que conozco, alguna vez también he conocido a un chaval al que interceptaron por dos ocasiones en el puerto de Algeciras, y por supuesto que no es un caso aislado, sí que es cierto que ahora ya no se ve tanto movimiento de niños intentando colarse en los bajos de los camiones en el puerto de Tánger, básicamente porque todo el tema del transporte internacional lo han llevado al puerto nuevo, pero hace unos años era una estampa bastante llamativa cuando uno llegaba en barco, el muro que rodea el acceso al puerto estaba repleto de niños, como esas hileras infinitas de pajaritos puestos en los cables de la luz, esperando un descuido de la policía que vigilaba para esconderse en los cajones de los bajos de las carrocerías de los camiones o para, como nuestro protagonista de hoy, esconderse hecho un ovillo sobre los ejes de las ruedas, con el peligro que eso conlleva: quedar atrapado entre las ruedas, caer con el camión en marcha, morir asfixiado por la inhalación de humo… y creedme en ocasiones lo peor que podía pasar era que te descubrieran, pues la paliza que recibían ipso facto por parte del policía de turno era tan brutal que a uno le parecía que el riesgo de morir aplastado entre las ruedas era menos doloroso.
La respuesta policial en ocasiones daba más miedo que la posibilidad de morir en los bajos de un camión.
Pues así de natural me lo ha contado el chaval esta tarde, como el que va a la tienda a comprar pan, llegó, se coló en el puerto, aprovechó el descuido, se hizo un ovillo sobre el eje de las ruedas y cruzó, se le notaba cuando lo contaba el lamento de no haber podido alcanzar la oportunidad que tan cerquita ha tenido, pero también se le notaba que lo volverá a intentar dentro de no mucho tiempo, quizá el justo para que se le pase el dolor de este viaje y planee bien la estrategia del próximo.

Un abrazo muy grande para todos y ¡¡SED FELICES!!

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